El inconsciente es un árbol lleno de
pájaros muertos
que se echan a volar cuando uno menos lo
espera
Óscar Hahn
Toma de mi
leche dijo el ángel
y yo, que no sabía dónde
estaba
lo miré
y lo seguí mirando
con la perplejidad de los recién
nacidos.
Era una noche negra y escondida,
nadie nos podía ver,
solo cabía la disculpa de venir
de lejos
sin resuello
remontando río arriba hasta el
amanecer.
El ángel me miró y yo no supe
si sonreír o llorar
y me quedé ahí, desbocada,
como quien no tiene horizontes a
la vista,
ni bordes, ni caminos, ni
siquiera,
el destello de algún amanecer en
perspectiva.
Soy yo, dijo el ángel, ¿no me
reconoces?
y perdida en la locura,
no pude responder, solo miraba
su larga cabellera rubia,
ahí sus ojos,
los ojos de aquel que hace ya
mucho
voltearon mis sentidos, dieron
rumbos a mi sangre,
percibieron que mi toda yo
estaba dispuesta.
Y entonces comprendí
que era un fantasma del pasado
una voz huera que intruseaba
en el temido recordar de los
ancianos
sola sombra de los huesos
porvenir.
Fantástico Alejandra, me da tanto sentido....gracias por compartir este espacio.
ResponderEliminarUn abrazo.