Porque el lenguaje no basta es que trepo inútilmente hasta sus
ojos. Ese silencio se me pega en la
ropa, me estrangula, me cuelga como harapos. Y mi carne se estremece entre su
espacio y el mío. Intento decir, pero no
alcanzo. La sopa azul de su cigarrillo
merodea por el cuarto, restregándose en su piel, en mis cabellos. Los objetos se difuminan y se alargan corno
el humo. Observo su figura muy derecha
sobre la mecedora al lado de la cama.
Usted parece dirigir una orquesta invisible desde su posición junto a la
ventana apenas entreabierta.
Los pesados cortinajes de
terciopelo granate ahogan el murmullo de la calle. Me dirijo al velador lleno de frasquitos de diversos
tamaños y, en silencio, cojo el de la etiqueta azul, saco una píldora y se la
entrego junto al vaso de agua fresca que he traído.
Usted nada dice, se
traga la píldora y me devuelve el vaso que coloco sobre la repisa de los
muebles antiguos, inútiles testigos de su vida pasada. El gato echado a sus pies ronronea con un fragor
satisfecho ante 1a lumbre de la estufa encendida al centro de 1a
habitación. Desde el muro, el reloj da
seis campanadas y la oscuridad invernal moja de sombras el cuarto. ¡Qué
importa!, dice usted. Pero usted raras veces dice algo y tengo que adivinar los
finos hilos de su mente. La noche se
alarga quieta, senescente. Voy hacia el balcón y comienzo a estirar las
cortinas. Usted ladea la cabeza como
siguiéndome. Continúa expeliendo el humo
con ese gesto irónico, casi agotado de sus labios.
Miro hacia la noche allá
afuera y maquinalmente enciendo la lámpara que está sobre el velador, como si
su fulgor pudiese crear una atmósfera nueva entre nosotros. Usted apaga el cigarrillo y extiende sus
manos nerviosas sobre las rodillas. ¡Cómo quisiera que me hablara! Pero usted
nunca dice nada que no sea estrictamente necesario. Yo sé que me observa desde
sus laberintos interiores, con esos ojos secos, con esos ojos descoyuntados que
no dicen.
Me muevo por el cuarto
por parecer ocupada. Arreglo su mesa de noche, ordeno los frasquitos según los horarios
en que usted debe tomar sus medicamentos. Vuelvo al piso bajo por más agua para
llenar el vaso. Subo rápido las
escaleras y lo coloco junto a los frascos.
Usted no se ha movido. Su silueta
es una sombra plana delante de la lámpara. Abro su cama y lo observo. Usted también me observa desde muy
adentro. Sabe que me hace daño; me roba
la alegría que traigo cada mañana desde la calle, porque afuera todo es
diferente. Cuando entro, se apaga el
mundo entero y en el silencio me voy hundiendo, hermanada también en su
ceguera.
ResponderEliminarHmm it looks like your blog ate my first comment (it was extremely long) so I guess I'll just sum it up what I submitted and say, I'm thoroughly enjoying your blog. I as well am an aspiring blog writer but I'm still new to the whole thing. Do you have any points for newbie blog writers? I'd really appreciate it. outlook email login